"Juayderito"

El sonido que tiene a bien titular ésos párrafos ha venido a instalarse como parte del habla popular: así como don Mario Moreno "Cantinflas" logró de una manera más bien involuntaria que la Real Academia Española de la lengua agregara a su diccionario el verbo "cantinflear", no dudaría que en algún momento el "juayderito" fuera la aportación de Joaquín López-Dóriga al idioma. Mucha tinta, muchas risas, muchos enlaces en youtube han sido partícipes del efecto "juayderito". El mismo Joaquín se lo ha tomado de una manera más bien ligera, al menos publicamente, ya sea "a cuadro" o en redes sociales. ¿Puede haber algo más, además de risas, sonrisas y anécdotas, detrás del "juayderito"? Honestamente creo que sí.

Trabajo para una compañía estadounidense, por lo que la mayoría de los documentos que leo, de los mensajes que redacto y de las llamadas telefónicas que tomo, son en inglés. ¿He cometido pifias mientras hablo o escribo? Seguro, incluso en alguna ocasión me corrigieron una expresión que tuve que aceptar un tanto divertido, ni en español la hubiera dicho correctamente.

Una siguiente ocasión fue todavía más jocosas, ya que en una sala de juntas, mientras me tocaba exponer un tema delante de unos visitantes estadounidenses (gerentes incluidos) y colegas míos mexicanos, atropellé una de mis frases con una palabra en español; no recuerdo cuál fue, aunque resultó bastante divertido para todos y fueron risas fraternas lo que recibí a cambio: "No problem Ivan, I understood", me dijo una gerente americana y seguimos en la discusión.

Tuve también una breve formación como reportero en uno de los diarios de ésta ciudad, y sé que uno de los pilares de la buena entrevista es estar preparado para ella. Creo entender ligeramente la situación de López-Dóriga, ante una leyenda del cine como Anthony Hopkins cuando toda la logística de la conversación se viene abajo: Joaquín no había preparado su entrevista para hacerla en inglés, de otra forma, seguramente sus preguntas habrían sido menos accidentadas y practicamente nadie hubiera hecho "sobremesa" de esa charla.

¿Podemos hacer otra lectura, sacar otras conclusiones, al "juayderito"? Seguro. Nuestros compatriotas radicando en Estados Unidos "juayderritean" constantemente, cuando mezclan vocablos en español al hablar en la lengua de Shakespeare, o cuando mexicanizan algunos de las palabras en ese idioma: "parquear" es, probablemente, el ejemplo más arquetípico.

Pocas personas me inspiran tanto orgullo como mis compatriotas mexicanos que se van a Estados Unidos para sacar adelante a sus familias en México, sobre todo los mal llamados "indocumentados". Mi abuela misma, ya entrada en años y con varios hijos en su pueblo natal, los tuvo que dejar y se fue a Chicago a trabajar ni más ni menos que en la soldadura.


¿Me burlaría yo de mis compatriotas que sin hablar inglés (seamos francos, a menudo sin siquiera hablar un español medianamente decente) "juayderritean" en su afán de salir adelante en un suelo ajeno, con gente extraña, haciendo labores que les eran desconocidas? Jamás. Y para mí ese "juayderito" es mucho más que el error del periodista mexicano más importante, sino el tezón y la perseverancia de los millones de mexicanos que dejan todo a sus espaldas por sus familias y por sus hijos.

Debo decir que cuando se me han atrevesado los domingos en el extranjero, y tengo la oportunidad de asistir a una misa católica, el Padrenuestro lo musitó para mis adentros siempre en mi idioma: no me importa la bandera del suelo en el que estoy, yo con Dios me charlo en español.

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