Renacer
“La vida va de esto: de conseguir llegar a la primavera como sea, a
costa de lo que sea”
Juan Luis
Arsuaga
Nunca me había
entusiasmado la terminación del invierno (me refiero por supuesto al invierno
del occidente de México, generoso en luz solar, tacaño con la nieve, y
considerado con el termómetro). Nunca. Hasta
este año.
Desde el verano
de 2020 se vaticinaba que el trecho más duro de ésta pandemia sería el
invierno. Era de esperarse que los
contagios se dispararan debido a que el invierno inhibe la realización de actividades
en espacios abiertos, es la temporada en la que incrementan las enfermedades
respiratorias y, acaso principalmente, por las fiestas decembrinas y el
contacto humano implícito que hay en ellas.
La meta era
librar el invierno, llegar a la segunda quincena de Febrero. Llegar, como reza el texto que tomé del
paleontólogo Arsuaga: “como sea”. Disculparán
mis dos lectores que recurra a una analogía futbolera, pero en este caso aplica. Si bien me gusta el juego artístico (“futbol
clase” le llamo, cuando quiero sonar pesado con mis amigos), de posesión generosa
y muchos tiros al arco, hay ocasiones que los juegos no dan para ello (cuando
se atraviesan una expulsión o una lesión o cuando tus delanteros traen la mira
chueca y no le meten gol ni al arcoíris).
En esos casos, hay que sacar el resultado (triunfo por la mínima, o un
indecoroso 0-0), “como sea”. De eso iba
el invierno, este invierno, de librarlo.
A pesar de las (lamentables) bajas, a pesar de los “raspones” en el
camino, a pesar de la angustia…
Hurtaré un
concepto del fallecido Germán Dehesa (que no el texto, ese no lo tengo). En alguna de sus columnas para Reforma, Dehesa celebraba la llegada de la primavera
desde una perspectiva que hermana el aspecto natural y el filosófico: la
primavera es esencialmente un rebrote, un renacimiento. Y ese renacimiento nos trae razones para el
alivio: los nuevos colores de las plantas y los campos; los trinos de las aves
(algunos inoportunos, sobre todo los domingos, pero ese es otro cuento); menos
capas de ropa y mejor humor de las personas; y, más horas de “sol sobre las
bardas” (Cervantes).
Los que hemos
librado éste tortuoso invierno, creo que aún tenemos mucho que asimilar, mucho
que prevenir, mucho que aprender (y reaprender), pero encuentro grato estar en
éste punto y celebrar la vida. Espero
que esta primavera sea de verdad un rebrote, un renacimiento para el género
humano después del severo año que estamos dejando detrás.
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