Junio 6: el oro y los espejitos

Uno de los supuestos hechos históricos que más bronca me generaban en mis años de primaria, era el intercambio de “espejitos” por oro que hacían los españoles a los indígenas en los tiempos de la Conquista.  El intercambio me era descrito por mis maestras como un acto ventajoso de quien sabe (el español) que se está aprovechando de quien ignora (el indígena).  La ignorancia del indígena consistía en desconocer que más allá de su realidad inmediata (donde el oro era abundante y los espejos escasos), había un “Viejo Mundo” donde el oro era inmensamente más valioso que los espejos.

La elección del 6 de junio tiene algo de eso.  No están en juego solamente puestos de elección popular, como ocurre en tradicionalmente en cualquier elección, ya que en el contexto de lo declarado por el Presidente en semanas recientes (desaparecer al INE), y la obediencia incondicional que le han mostrado los legisladores de su partido, lo que está en juego es la supervivencia de nuestra democracia.

Y ese es nuestro oro.  Un régimen democrático en el que los votos cuentan y se cuentan y le permiten al pueblo de México elegir a sus gobernantes y castigar, cuando es el caso, a sus malos gobiernos.  La democracia, como el oro en tiempos de la Conquista, es inmensamente valiosa y apreciada en el mundo libre, pero sobre todo, en el mundo no libre (ahí están las protestas de Hong Kong y el éxodo de venezolanos, a donde se pueda, como muestra).

Los políticos de la 4T saben y entienden la siniestra intención del jefe del Ejecutivo.  Y la apoyan, desde la obediencia ciega y desde la conveniencia.  Y en efecto, buscan el voto popular a través de “espejitos”: apoyos en efectivo falsamente “condicionados” a la supervivencia del régimen, una supuesta austeridad que pregona el Presidente desde un Palacio, y vendiendo el proceso de vacunación contra Covid como un acto de generosidad del jefe del ejecutivo y no como lo que es: su obligación (además las vacunas las pagamos los contribuyentes, no él).  El espejito mayor es: la escoba.  La famosa escoba que iba a acabar con la corrupción, que literalmente la iba a barrer como se hace con las escaleras: “de arriba para abajo” pero que no ha barrido en tres años con nada ni con nadie. 

Mucho que perder tenemos los mexicanos si el pueblo de México le otorga al Presidente y a su partido una mayoría legislativa nuevamente.  No sólo no se la merecen (dado el pésimo manejo que han hecho prácticamente de todo lo que les compete), sino que además la buscan con la obscena intención de entregar nuestra democracia (nuestro “oro”) como ofrenda a su mesías.

Que el voto útil, anti Morena se imponga este 6 de junio.  Acaso con ello cicatrizaré esa impronta mía que cargo desde mis años de primaria…

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