Redes sociales ¿o socialistas?
No he leído El Capital y francamente no creo que lo haga. Aún así me atrevo a asegurar que si Karl Marx hubiera tenido al menos una lejanísima idea de lo que son Facebook y Twitter en nuestros días, hubiera tenido que replantear severamente sus postulados con respecto a la dictadura del proletariado y a la lucha de clases.
Thomas L. Friedman en su columna en The New York Times disecciona con maestría las causas de las revueltas en el Oriente Próximo y Europa. Estas manifestaciones han sido llevadas a cabo principalmente por las clases medias tanto de los países del oprimido mundo árabe como de la civilizada Europa. Esto último no es nada nuevo: típicamente son las clases medias e ilustradas las que encabezan ideológicamente las revoluciones en el mundo. Lo que sí resulta novedoso es la velocidad con la que estos movimientos se esparcen entre los países. Aquí es donde entra el fenómeno de las redes sociales: prácticamente en tiempo real los londinenses que se manifestaban por la muerte de un joven negro llamado Mark Duggan en el barrio de Tottenham lograron organizar mediante mensajes de BlackBerry en apenas unas horas una revuelta en la que se hirió a policías, se quemó al menos un autobús y se saquearon varias tiendas. Disturbios que se prolongaron por varios días y en diferentes ciudades.
Otras manifestaciones de éste tipo ya habían tenido lugar éste mismo año en Túnez, Egipto, Libia, Marruecos entre otras naciones. También en las rebeliones de la llamada Primavera Árabe es evidente el uso de las redes sociales para organizar, convocar y comunicar a los protagonistas de éstas manifestaciones; integrantes presumiblemente, miembros de las clases medias o clases media bajas de sus respectivas pirámides sociales.
Son hasta cierto punto entendibles éstas reacciones en países sometidos por regímenes dictatoriales en los que predominan la censura, la falta de libertades individuales y por supuesto las oportunidades de bienestar. El análisis comienza a torcerse un poco cuando éstos movimientos se replican en países con economías hasta cierto punto maduras y que viven una normalidad democrática aparente, como es el caso de España. Lo que resulta verdaderamente sorprendente es que un país con una tradición democrática centenaria y una cultura generalizada de respeto a la autoridad y a los individuos, como es el caso de Inglaterra, sea objeto de esas mismas manifestaciones violentas y de ese mismo resquebrajamiento en el tejido social.
¿Cuál es la razón de los disturbios londinenses entonces? La economía: la falta de oportunidades para las clases medias, dificultades incluso para mantenerse en ese estrato y conservar el empleo, brindar una buena educación a sus hijos, pagar las cuentas... Si nos remitimos al concepto clásico de socialismo que implica "una planificación y una organización colectiva y consciente de la vida social y económica", creo que bien podríamos comenzar considerar a las redes como Facebook, Twitter, y YouTube como socialistas antes que sólo sociales, puesto que han sido usados para organizar y encauzar colectivamente los temores de la vida social y económica, sobre todo de las clases medias.
La lucha de clases del siglo XXI no esté entre el proletariado y los dueños de los medios de producción, sino entre las clases ilustradas con acceso a la tecnología y los gobiernos de cualquier tipo: despóticos, tiránicos e incluso incluyentes y democráticos.
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