La reconciliación necesaria
Siguen arreciando los aires de polarización en el país.
Basta un cartón, un tuit, una declaración,
para que tirios y troyanos enarbolen sus causas, prendan sus antorchas y alcen
la voz. El problema con los gritos y el vituperio es que permiten hacerse
oír, pero inhiben el dialogo. Y, cuando la conversación es a gritos, los
individuos terminan por "hacer esquina" y agruparse con los
suyos. Parecido a las porras y barras en los estadios de futbol.
Hace más de 20 años Gilberto Rincón Gallardo (candidato en 2000 a la presidencia, por el que quizás sea el más auténtico partido de izquierda moderna que hemos tenido en México), decía que "somos mucho más que dos", en clara referencia a los bandos que había en aquel momento entre los candidatos punteros: "foxistas y labastidistas".
Seguimos siendo mucho más que dos.
Etiquetarnos y etiquetar a los otros como "pro AMLO o anti AMLO",
"fifís o chairos", "liberales o conservadores", es quedarse
corto ante la diversidad de ideas y perspectivas que caracterizan a cada
mexicano. Lamentablemente hemos caído en un diálogo de sordos donde cada
parte busca que su verdad prevalezca a toda costa, y aún peor, los tropiezos de
uno parecen causar regocijo en el otro, cuando en realidad el tropiezo nos
tambalea a todos.
Parece que el país seguirá existiendo más allá de este sexenio (el enunciado parece obvio, pero hace 2 años no me habría atrevido a hacer tal aseveración), así que por nuestro propio bien debiéramos estar dispuestos a escuchar y a considerar los argumentos "del otro". Seguir en esta senda de dos bandos no nos permitirá solucionar las apremiantes situaciones por las que pasa el país: cada mexicana asesinada, cada estudiante que deserta, cada niño sin medicinas nos duele a todos, y si en algo debiéramos enfocar nuestras energías como sociedad, es en demandar a los gobernantes (de todos los niveles), que hagan el trabajo por el que tanto insistieron durante las campañas. Acaso éste puede ser el pretexto para procurar la reconciliación nacional.
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